Morrocotuda victoria del C. A.
Osasuna en la jornada décimoquinta de la liga Santander frente al R. C. D.
Español de Barcelona. Duelo disputado con muchos sobresaltos en el estadio de Cornellá ante los conocidos periquitos. Un 2-4 que permite a los osasunistas resarcirse del
mal sabor de boca ante el Bilbao la jornada pasada. Hoy los rojillos se llevan
los tres puntos en tierras catalanas o tabarnesas teniéndolo todo en contra. El choque resultó poco vistoso en cuanto a fútbol, pero
sobradamente emocionante y competitivo por parte de los nuestros.
Efectivamente, las cuatro o cinco acciones claras, que el club navarro ha
gozado en la segunda parte, han bastado para superar a los españolistas.
De
poco sirvió que los locales se marcharan al descanso con un gol a cero a su
favor. Como suele ocurrir a menudo en el mundo del fútbol, los errores se pagan
y las numerosas equivocaciones de los barceloneses les han condenado. Si
perdonas, no te perdonan y eso es los que los aguerridos osasunistas han sabido
aprovechar. Dicho de otro modo, los jugadores navarros, sabeedores de la debilidad de su
oponente, le han asestado cuatro goles como soles.
Empero, las cosas empezaron
mal momentos antes del comienzo del partido. Así, el míster Yagoba Arrasate tuvo que
prescindir del portero Sergio Herrera por molestias y dar la
titularidad a Juan Pérez. Éste ha jugado de nuevo con Osasuna, si bien su actuación ha
estado lejos de ser del todo óptima; dos errores suyos pudieron costar muy
caro. Asimismo, se quedaron en Pamplona otros jugadores como Lillo, Brandon,
Unai García, Juan Villar o Luis Perea en una difícil decisión para el técnico
vasco. De este modo, el once inicial quedó compuesto por Nacho Vidal,
Roncaglia, David García, Estupiñán, Oier, Rubén García, Darko Brasanac, Roberto
Torres, Adrián López y Chimy Ávila. Un once que perfectamente podía exhibirse
en el Sádar; en esta ocasión revelaba un punto de ambición para sacar
algo positivo del partido en cuestión. Con esta idea salió un equipo dispuesto
a jugar de tú a tú al Español, como así fue a la postre. Se llegaba al área, se
buscaba la pelota, se abrían espacios y hasta se marcó un golillo en fuera de
juego que fue, obviamente, anulado.
Una buena actitud de inicio que se
vio trastocada por el empuje del Español que logró un gol de penalti en el
minuto veinte. La pena máxima fue por una mano de Fausto Roncaglia tras
cabecear un delantero españolista un centro al área rojilla. Todo ocurrió tres minutos
después de la acción narrada; el colegiado andaluz Melero López revisó
personalmente en el VAR la jugada y señaló la infracción. Marcó Marc Roca y puso el partido de cara para el conjunto local. Más tarde, el cuadro periquito estuvo a punto de sentenciar tras una salida en
falso de Juan Pérez; la jugada terminó con el cabezazo de Pedrosa a las nubes
cuando ¡Osasuna estaba sin portero!. A mi modesto entender, ésta fue la clave
del partido ya que se hubiera visto otra segunda parte de materializarse en gol
semejante ocasión. Ver para creer. Fútbol es fútbol que diría Vujadin Boskov.
Por su lado, Osasuna trató de
buscar la igualada con disparos desde fuera del área. Chimy Ávila y Roberto
Torres –en dos ocasiones- lo intentaron pero infructuosamente. Afortunadamente,
la segunda mitad fue otro cantar y los rojillos dieron la vuelta al marcador en
cinco sensacionales minutos. Rubén García, muy sobresaliente, cabeceó el centro
bombeado de Estupiñán para perforar la red. Era el cuarenta y seis y dos
minutos después un avispado Chimy Ávila aprovechó el error garrafal y propio
de infantiles del defensa Bernardo para anotar el 1-2. Ni los propios
rojillos se lo podían creer. A partir de entonces, Osasuna dominaba
espacio y ritmo de juego, pero la desafortunada entrada de Roncaglia a un atacante rival
le mereció la segunda amarilla y su expulsión. Arrasate quitó a Adrián López y
metió a Raúl Navas para seguir con dos centrales.
Con este estado de cosas, el
Español arreó y su entrenador Pablo Machín sacó la artillería pesada, lo que
obligó a los navarros a contener como pudieron. A mayor inri, la cosa se torció
aún más para los nuestros con la lesión de Nacho Vidal que motivó la entrada de
Jon Moncayola. Muchos y largos minutos restaban frente a un contrincante que,
lógicamente, se volcó de lleno buscando el empate. Sin embargo, siguió
cometiendo errores que fueron los goles de Jon Moncayola y Roberto Torres de
penalti. El primero fue aprovechando un balón que quedó dividido en una falta
de entendimiento de dos defensas periquitos; el canterano cogió el balón y se
plantó ante la puerta de Diego López para sentenciar el partido. Por su lado,
Torres transformó la pena máxima tras llegar Chimy Ávila al área siendo
zancadilleado por un defensa contrario. Ya en el descuento el delantero Caleri marcó el segundo tanto de su equipo pero ya era tarde. Final y tres puntos en el casillero osasunista.
Se empezó mal, se acabó muy bien.
Osasuna ha sabido sacar petróleo de la endeblez defensiva del conjunto
periquito. Poco juego pero sí muchas acciones aprovechadas para anular al
contrario, que se ganó la pitada monumental de su parroquia. No podía ser de
otra manera. Los rojillos no pueden ir de perdonavidas o salvaequipos en una
competición sumamente exigente.
Los tres puntos permiten mantenerse lejos de la
zona caliente a la espera de choques más complicados. Hoy se ha sabido
sobreponerse a un marcador adverso, así como resisitir valiente y acertadamente cuando
estaba contra las cuerdas; los jugadores han sabido leer el partido a la
perfección para llevarse el gato al agua. Lo que ha faltado en desarrollo de
juego, se ha ganado en astucia y picardía en momentos decisivos. Este triunfo
lejos del Sádar permite renovar la ilusión de la afición osasunista una vez más. Los
elogios por tan primorosa victoria no están de más ante tantas adversidades
como las vividas hoy en la imaginada Tabarnia. Así siiiiiií. Valar dohaeris.
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